viernes, 12 de marzo de 2010


La Comedia Humana
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El ascetismo como renuncia al placer tiene mala fama. Pero la ascesis es otra cosa: es el trabajo que uno hace sobre sí mismo para transformarse o para dar paso a ese sí mismo que por suerte jamás alcanzamos. ¿No sería hoy ese nuestro problema? Se ha desterrado el ascetismo.

Foucault



1. La comedia humana









Tomemos en cuenta las palabras de Aristóteles, cuando afirma:

la ciudad es la comunidad... que tiene su origen en la urgencia de vivir, pero subsiste para el vivir bien.

Ese pero es esencial: pues si bien la comunidad se origina en la sobrevivencia, en esta tarea no se agotan ni su existencia ni su potencia. Más allá del sobre-vivir se encuentra todo el panorama de la vida. Escuchemos dos voces griegas: a la vida sola, al puro vivir se le asignaba la voz zoé, que es la vida desnuda y sola, indispensable no obstante para pasar a otras composiciones; y para vivir de alguna manera, para la vida particularizada, habitada, la vida que más allá de un impulso y que vive en una forma de vida, a ésta se le daba la voz bios.

La comunidad, entonces, más que solamente enracimar vidas desnudas, también podría empujar a una vida liberada de la urgencia, a la vida del lujo, de la vida humana de que habla Shakespeare en boca de Lear:

¡No discutáis la «necesidad»! El mendigo

más pobre posee algo superfluo.

Si no dais a la naturaleza

más de lo necesario, la vida humana vale

menos que la de la bestia.

Somos humanos en la medida en la que nos reconocemos como algo más que una cosa dada o un dato natural como diría Kant. De acuerdo, la vida (sustantiva) es dada, pero el vivir (verbo) es un producto. Y muy especial, pues como todo verbo proviene de o se emplea sobre alguien más: requiere de los otros. Salir del dato, entrar en la unión de los esfuerzos por ser más que sólo lo vivo: aquí da comienzo la política.








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