lunes, 26 de noviembre de 2007

"El Infierno..." en la red

martes, noviembre 20, 2007

Carro de comedias

La ignorancia de la que hice gala en el cch fue ejemplar. Por ese tiempo descalificaba al teatro como una actividad para gente afeminada y aristócrata. Ni siquiera tomé las lecturas suficientes para sostener mi argumento con facilidad. No. Simplemente dejaba que mi fanatismo actuara sin consideración de nada. Como me sentía revolucionario tenía que ser macho, arrebatado y radical. Ese arte si no era de la aristocracia, era de la burguesía o de los ricos que con la ley en la mano, gozaban de la esclavitud. De los únicos acercamientos que tuve con la dramaturgia, fue cuando me embriagaba con mis amigos anarquistas en las islas de cu, ahí fantaseábamos con las actrices del Centro Universitario de Teatro (CUT). Ah, claro, ellas si eran la excepción porque no importaba que fueran rubias, de ojo claro, con dinero, hijas de prdistas con filias burguesas, su exquisitez corporal las redimía de nuestros juicios ácratas.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que dejara de juguetear con filosofía política, me quité el disfraz de punk, hoy visto de mediocre, pero ya me acerco a los foros. No es fortuito que ahora disfrute del teatro con la entereza de una gran mujer. Si es que me sirve de justificación diré que los Flores Magón escribieron teatro, el propio Dostoievsky lo hizo y que decir de Bertolt Brecht o Samuel Beckett. Caí en cuenta que los actores también desestabilizan. El teatro se abre como una posibilidad de lucha, aunque no se bien contra qué. Si contra el capital, la política, el fanatismo o la cultura.

Este domingo me la pasé entre diferentes experimentos teatrales, por la mañana disfruté del carro de comedias, con el Playboy del oeste, es de notar que se utilicen las plazas públicas para compartir un poco de arte, también, el estoicismo de los actores frente al desdén federal por mantenernos sin expresión, en la ignorancia; después fui a la caja oscura del CUT para dormitar con un pésimo intento teatral; y al final padecí también de El infierno o el nacimiento de la clínica. Aunque no me puedo quejar del todo, porque he presenciado cosas buenas como La piel o La luna vista por los muertos. No creo en la infertilidad del teatro, estoy seguro que al salir me quedo con algo, una frase, una emoción, una imagen, sentimiento, coraje, rabia, excitación. Claro, que si a los diálogos los aderezan con un corte de carne femenino, la obra puede mejorar. Eso que ni qué.

Israel Chávez
11:44pm

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